17/12/19
(…) ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al verla se llenaron de inmensa alegría” (Mt 2, 9-10)
La estrella se ha puesto a caminar, allá por los altos: busca a Jesús para señalárselo a otros y se va acercando hacia donde le han dicho que llegará.
Resulta que ha prendido en otras más pequeñas que estaban allí, por Santullano, cuando ayer celebrábamos la liturgia penitencial. Y alguien sugirió: ¡nos las llevamos a casa!
Para ir iluminando poco a poco, como en crecida, nuestro corazón, nuestro hogar en la espera de Jesús, que está viniendo.
También nosotros, contagiados de buscar estamos oteando anhelantes.